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viernes, 24 de septiembre de 2010

Acoso sexual en el trabajo

En un ambiente laboral donde no se dan las condiciones idóneas de camaradería y respeto, encontrarse a gusto es tarea casi imposible, aunque nos empeñemos con ahínco. 

Entre un 10 y 20% de los suicidios entre adultos se producen a causa de una situación de mobbing o acoso en el trabajo. El mobbing es un ejercicio de violencia psicológica que se produce contra un trabajador por parte de sus compañeros o de su jefe.

 Que te asignen tareas que no te corresponden, que te critiquen, te insulten o te hagan el vacío son claros signos de que algo no marcha bien. El caso del acoso sexual en el trabajo, cuando no hay de por medio una agresión física, se convierte en un asunto un tanto más ambiguo, tanto para la víctima como para la justicia.

¿Dónde se encuentra el límite entre un piropo y un comentario improcedente? Quizás tengas un colega, o incluso tu jefe, que muestre una actitud amigable y hasta cariñosa contigo. ¿Te parece demasiado, crees que rebasa los límites de tu espacio personal? ¿Hace comentarios sobre tu ropa? ¿Exagera su contacto físico? La clave de todo ello está en tu intuición y en cómo te sientes con esta situación.

En ambientes de igualdad entre los géneros, un comentario o una mano en el hombro no tiene por qué significar más de lo que son. Pero si te sientes en situación de inferioridad, la cosa cambia. Por principio, no hemos de aguantar nada que no nos guste. Si invaden tu espacio personal, dilo. Si hay un comentacio que te molesta, exprésalo. No hagas concesiones.

Los expertos hablan de dos tipos de acoso sexual en el trabajo. El primero de ellos es el acoso vertical, es decir, el que se produce a manos de un superior. Lo más normal es que el jefe pida sexo al empleado a cambio de una promoción laboral, beneficios o incluso con el fin de guardar el puesto. El segundo es el acoso horizontal, el que se da entre empleados.

Evidentemente, cuando es tu jefe el acosador, las cosas son un tanto más difíciles. Para empezar a poner fin a esta solución, busca ayuda en representantes sindicales y colegas del trabajo, haz un registro completo de todos los incidentes (si es posible con testigos) y encara el problema directamente con el acosador en cuestión, siempre delante de terceros que sean tus cómplices.

Roces deliberados, miradas lascivas, pellizcos, comentarios sexistas o homófobos, insinuaciones, chistes con carácter sexual, preguntas inapropiadas, envio de e-mails o sms… cualquiera de estas acciones puede considerarse como indicio de acoso sexual.

Los manuales sindicales contemplan incluso el obligar a las mujeres a trabajar fuera de su horario laboral, exponiéndolas de esta manera a ciertos peligros durante su desplazamiento. Si de verdad te interesa el tema, puedes acercarte a tu sindicato y pedir información exhaustiva.

En Educasexo te dejamos un enlace a la guía sindical de 2008, en la que encontrarás información de utilidad además de un resumen detallado de los pasos a seguir si te encuentras en esta delicada situación.

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