Todos/as recordaréis el escándalo internacional que protagonizó el Vaticano en Diciembre al oponerse a la propuesta de despenalización universal de la homosexualidad presentada por Francia en la ONU, alegando que, de prosperar, conllevaría discriminación contra países que no reconocieran el matrimonio homosexual.De hecho, tenéis el texto de la propuesta en
para juzgar por vosotros/as mismos/as la falta de fundamento de la acusación vaticana: simplemente, se pusieron “nerviosos” porque, como recalcó el ministro de Asuntos Exteriores holandés, la cuestión de la discriminación por orientación sexual dejaba al fin “de ser un asunto tabú en Naciones Unidas”
Pero lo que más me interesa recordar son las declaraciones que salieron al paso de la polémica asegurando que la jerarquía católica estaba radicalmente a favor de la despenalización en sí. Las podéis encontrar en uno de esos “rinconcitos incondicionales” donde se denunciaban la “tergiversación” y “caza mediática” frente a la “la justa preocupación del
Así, “monseñor” Migliore, el observador vaticano en la ONU, afirmaba: “Todo aquello que va en favor del respeto y de la tutela de las personas es parte de nuestro patrimonio humano y espiritual. El Catecismo de la Iglesia Católica dice, y no desde hoy, que en el trato con las personas homosexuales se debe evitar todo marco de injusta discriminación”. En el mismo sentido se pronunciaba Lombardi, portavoz de la “santa sede”: “Los conocidos principios del respeto de los derechos fundamentales de la persona y del rechazo de toda injusta discriminación – reconocidos claramente por el Catecismo de la Iglesia Católica – excluyen evidentemente no sólo la pena de muerte, sino todas las legislaciones penales violentas o discriminatorias en relación con los homosexuales”.
En un portal especialmente surrealista donde directamente se habla de “despenalización de la sodomía” se recogen estas otras palabras del portavoz vaticano: “La Santa Sede sigue defendiendo que cualquier signo de injusta discriminación hacia las personas homosexuales debe ser evitado y urge a los Estados a suprimir los castigos penales contra ellos”
Ahora nos llegan las reacciones de la jerarquía católica en la India ante la reciente despenalización de la homosexualidad en ese país. El portavoz de Conferencia Episcopal declaraba que “Los homosexuales no deben ser tratados como delincuentes, pero la ley tampoco puede aprobar su comportamiento como normal y socialmente aceptable”. Por su parte, el presidente de los obispos escribe: “el Gobierno no debe dar la impresión de que la homosexualidad es lícita (…) Dar la impresión de que la homosexualidad es moral conducirá a la sociedad a la anarquía sexual, incluyendo el abuso a menores”
¿A alguien le consta que el Vaticano haya dado la menor muestra pública de distanciamiento respecto a la postura oficial del episcopado indio? A mí no. Tampoco hay indicios de que les hayan enviado notificación privada alguna para que se retracten de sus declaraciones, porque si desde Roma hubiesen exigido tal rectificación, les habría faltado el tiempo para obedecer…y ya va a hacer la tercera semana desde los hechos. Así pues, podemos concluir que el Vaticano apoya sus manifestaciones y que tampoco ve con agrado la despenalización de la homosexualidad en la India. ¿Acaso porque ve en ello el riesgo de que otro país avance hacia el reconocimiento legal de las uniones homosexuales? ¿Habrá que empezar a preguntarse en qué condiciones reales y objetivas apoya la “santa sede” - como dice apoyar – la despenalización de la homosexualidad?
Repaso las declaraciones de Migliore y Lombardi y encuentro que en todas aparece una expresión clave: “injusta discriminación”. ¿Coincidencia? Obviamente, no: sus “eminencias” cuidaron hasta la última palabra para dejar claro que, en definitiva, quienes deciden cuándo la discriminación “legal” contra las personas homosexuales es injusta y, por tanto, merece oposición son…ellos mismos. Con lo cual y contestando a las protestas de los partidarios de la despenalización, aclaraban que no sólo no hay instancia “profana” alguna que tenga autoridad moral para presionarles a combatir la discriminación in genere - ya que dentro de la misma podrían darse casos de “discriminación justa” -: son ellos (en este caso, con su peso en la ONU) quienes se reservan el derecho a influir en la decisión de la comunidad internacional acerca de si la discriminación como fenómeno global es combatible – es decir: acerca de si se trata de una situación realmente injusta -.
Porque, tal vez, mientras no nos ahorquen no sea para tanto… (Y digo “tal vez” porque tampoco es que me conste que el Vaticano haya manifestado repulsa de ningún tipo contra las ejecuciones de homosexuales – p. ej. - en Irán)
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