El grupo vulnerable propone abordaje de problemas que enfrentan los adolescentes. El Estado aplicará una guía.
Luis Adrián Celi acaba de salir de su adolescencia, está confundido, lo único que sabe es que ahora, que es mayor de edad, no quiere volver a su casa. Agradece ya no tener que ir al colegio y ver a los compañeros “que atormentaban cada uno de mis días”, dice.
Luis Adrián, el único hijo varón de su familia, afirma que desde que era niño se sentía diferente a los demás e incluso sentía atracción por muchachos de grados superiores que él.
“Como era un poco afeminado mandaban a llamar a mis papás a cada rato y ellos justificaban mi comportamiento diciendo que se me habían pegado esas mañas por convivir solo con mujeres en mi casa, pero que estaban seguros de que en la adolescencia cambiaría”, recuerda.
Él cuenta que cuando entró a cuarto curso del colegio, que solo era para varones, sus compañeros lo tachaban de “mariquita, delicadita, dama, invertido y cambiado”.
Luis sabía que era gay, pero debido a la falta de información, asegura, “creía que tenía una enfermedad y debía buscar la forma de enderezarme”.
Al respecto, colectivos que trabajan en el tema de diversidad sexual y de género indican que hace falta atención estatal para asistir a los adolescentes y las familias que se enfrentan en la vida cotidiana a problemas por sus preferencias.
Efraín Soria, director de proyectos de la fundación ecuatoriana Equidad, asegura que la adolescencia se puede volver dolorosa y conflictiva, si es que no tienen la debida información o no aprenden a defenderse de los ataques trans, lesbios u homofóbicos.
“Las personas deben saber que no hay nada malo en él o ella. Simplemente poseen otra orientación y tienen los mismos derechos que cualquier heterosexual”, sostiene el activista, quien sugiere que se debe instruir a los menores de edad, cuyas familias no los apoyan, sobre la existencia de organizaciones que los pueden ayudar para que sean aceptados.
Soria rechaza la idea de que jóvenes de los grupos de gays, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales (GLBTI) tengan que vivir ocultos y no salir por miedo, vergüenza o presiones familiares.
El vivir así, añade, no solo trae consecuencias negativas a nivel psicológico, sino que los adolescentes, al querer tener una experiencia sexual, pueden adquirir VIH-sida o infecciones de transmisión sexual (ITS).
Susana Tamayo, responsable de prevención de VIH del Ministerio de Salud Pública (MSP), opina que es necesario brindar información clara y concisa al grupo GLBTI, en especial a los adolescentes, que son un colectivo vulnerable.
La funcionaria afirma que “es complicado hablar de sexualidad con jóvenes que aún ocultan su orientación, llevan una vida sexual clandestina y sin cuidado, que tienen temor de que sus padres y familiares se enteren”.
Pero indica que una de las herramientas desarrolladas por el MSP para informar a los adolescentes es la Guía de orientaciones básicas para atención clínica de hombres gays, bisexuales, personas trans y hombres que tienen sexo con hombres (GBTH) en los centros de servicios de salud, que será utilizada en dichos lugares a nivel nacional.
Este modelo de atención para la prevención y manejo de las ITS en los GBTH está basado en dos experiencias clave.
La primera, señala la cartera de Estado, fue desarrollada por el Instituto Fenway de Salud Comunitaria de Boston, un centro de atención clínica y cuidado de la salud sexual GLBT.
La segunda, es la experiencia acumulada por la Fundación Equidad en su trabajo con sus pares y el MSP.
Sectores de la minoría sexual recomiendan la ejecución de un trabajo fuerte con las familias, pues, acota el activista Daniel Moreno, son las primeras en coartar la libertad e identidad de los adolescentes GLBTI. “Obligan a sus hijos a permanecer en el ‘clóset’. Tienen padres machistas, homofóbicos o con represiones sexuales fuertes, quienes pretenden que sus hijos sean ‘machos’ y sus hijas bien ‘mujercitas’”.
Debido a esto, agrega Moreno, los adolescentes tienen miedo a explorar su sexualidad. Él dice que muchos de estos chicos deciden asumir su realidad cuando ya tienen familia o después de haber vivido experiencias nada satisfactorias.
“Otros nunca salen a la luz y se convierten en los primeros opresores de hijos que presentan una orientación sexual diferente a la llamada ‘normal’”, afirma.
Mientras que el pedagogo León Sierra, que trabaja con la temática, recalca que una de las formas para llegar a los adolescentes es incluir el tema de la homosexualidad dentro de los libros de educación sexual que se imparten en los colegios.
De esa manera, comenta, se lograría que los jóvenes crezcan sin prejuicios, gracias a la información que recibirían. “Esto haría que los adolescentes GLBTI conozcan su sexualidad, no se sientan extraños ni anormales y, por otro lado, que sus compañeros no los molesten ni discriminen”.
Él asegura que los activistas GLBTI impulsarán mediante la Asamblea Nacional, propuestas encaminadas a mejorar las condiciones de vida del grupo vulnerable y sus adolescentes.
Las propuestas de las que habla incluye charlas a los colegios, abordaje del tema gay en los textos de educación sexual, plantear diversos tipos de familias para ilustrar ciertos temas en libros de primaria, entre otras.
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