Los componentes de la sexualidad son, por un lado los mandatos de la especie, y por otro, las imágenes y fantasías disparadoras de la excitación o atracción erótica.
Por otra parte existe una tendencia natural a adquirir una identidad sexual que organiza el complejo dispositivo de la sexualidad. La elección de objeto sexual en la especie humana no esta sujeta únicamente a las demandas biológicas o de la especie, sino que a veces obedece a formas sumamente caprichosas y que pueden contrariar a los supuestos mandatos evolutivos.
Con respecto a las elecciones sexuales, se puede elegir desde varios parámetros. Uno de ellos es elegir como compañero sexual a alguien del sexo opuesto, es decir hacer una elección Heterosexual.
Otra posibilidad es que esta elección se haga hacia el mismo sexo: a esto se lo llama Homosexualidad. Otra opción está enmarcada en la posibilidad de sentirse atraído por ambos sexos: a este tipo de elección se la llama Bisexualidad.
Las fantasías son algo menos rígidas que las elecciones en sí. El contenido de las mismas puede ser infinito, muy variado, casi ilimitado, y esto hace a la vida sexual, no es signo de desviación o perversión.
Muchas personas tienen fantasías con contenido fuertemente homosexual, y nos ser homosexuales en su elección final. Con esto, quiero decir que la actividad fantaseadora puede tener características que muchas veces sorprende a quien las tiene, o incluso puede llegar a angustiar al sujeto.
Las fantasías pueden ir más lejos, incluso llegar al plano de lo concreto, lo que comúnmente se conoce como "hacer realidad las fantasías". Por ejemplo: hacer realidad una fantasía que implique el contacto sexual entre personas del mismo sexo, y esto tampoco es signo de homosexualidad.
La homosexualidad es mucho más que eso, es expresión de una identidad. Numerosos individuos experimentan impulsos o fantasías, relativas a otros de su mismo sexo, en diferentes edades y etapas de la vida y la presencia de las mismas no configuran "homosexualidad", o cambio de identidad sexual.
Estas fantasías pueden seguir diferentes caminos: pueden reprimirse y quedar sepultadas en lo profundo de la personalidad sin mayores manifestaciones. Pueden quedar reprimidas y emerger bajo la forma de diferentes y variados síntomas psicológicos o trastornos de la personalidad, pudiendo acompañarse de sentimientos angustiosos, culpógenos y con gran sufrimiento para el sujeto.
O pueden permanecer en el plano imaginario e incrementar la excitación heterosexual, pasando a formar parte del repertorio erótico-sexual del sujeto. Las variantes mencionadas se producen según el grado de aceptación o rechazo por parte del sujeto de sus fantasías y deseos.
Mucho sujetos experimentan mucha angustia y un furioso sentimiento de culpa cuando una fantasía homosexual se les cruza por la cabeza, quedando atados a la idea, muchas veces imposible de soportar, de ser homosexuales, sin saber que la mente humana está capacitada para fantasear sin límites… y que algunos pensamientos no son más que eso… divertidas fantasías.
En caso que la angustia sea incesante y perturbe la vida del sujeto, se recomienda una psicoterapia.
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