¿Existe el sexo para los asexuales?

Pues resulta que te das cuenta de que no, no te gusta el sexo. 

De hecho, vives mejor sin te-ner relaciones sexuales, eso de la lí-bido sabrá Dios qué es, porque a ti no te excitan los arrumacos y los be-suqueos. 

Y qué decir de la penetración, nomás le haces al loco, pero la famosa explosión de placer erótico en tu vida lo has sentido.

Y no, no estás loco, no te reprimes, ni estás enfermo; sólo que no experimentas con eso. Lo peor es que ya no sabes cómo hacerle entender a tu pareja, que la amas, pero no la deseas.

Como si se tratara de una nueva orientación sexual, los asexuales hacen fila en consultorios para ser analizados por especialistas. En una sociedad donde el sexo ha sido tan llevado y traído como la panacea de la felicidad, así como de la salud humana, la sexualidad pide que se le quite la etiqueta de enfermedad o de personas reprimidas.

Y sí, existen personas en todo el mundo que no experimentan atracción hacia el sexo. Se cree que 3% de la población mundial es asexual. Por supuesto que hasta el nombre le ha erizado los pelos a más de uno, pero curiosamente éste no es un tipo de celibato. Aunque ambas preferencias tienen en común la ausencia de la práctica erótica, los motivos de cada una son distintos. El celibato es por convencimiento moral o religioso; aunque se rechaza el se-xo, no hay ausencia de deseo.

Para los asexuales no existe el sexo, no experimentan deseo erótico.

Es simplemente una condición. La mayoría de ellos no tienen problemas para amar a otros, sentir la necesidad de compañía y hasta querer tener hijos. De hecho, no reprimen sus sentimientos. Obviamente, las relaciones de pareja resultan perfectas sólo entre personas asexuales, pues quienes sí tienen este apetito buscarán por otros medios obtenerlo.

Esta famosa tendencia sexual trae locos a los especialistas que intentan, por todos los medios, desde encontrar la definición exacta hasta localizar la raíz del “problema”.

En lo único en que todo mundo concuerda es que el ser humano no está obligado a tener actividad sexual, ni existe un medidor para indicarnos qué cantidad de deseo es la recomendable. Curiosamente, también se ha descubierto que muchos adultos se desinteresan por las relaciones sexuales y no por falta de oportunidad, sino por aburrimiento.