Y tanto mejor. La moral ya no es cuestión de blanco o negro, sino que cada uno establece sus propias directrices y calibra lo que entra o no dentro de sus límites.
Esto, que tan positivo es para la salud y libertad sexual de unos y otros, puede causarnos algún que otro quebradero de cabeza. Buen ejemplo de ello es la pregunta que nos hacemos justo antes de salir de casa al encuentro de aquel o aquella al que vamos a conocer (en profundidad, si se tercia): ¿es adecuado acostarse en la primera cita o más vale esperar?
Para los solteros y solteras, cualquier oportunidad que reporte sexo es digna de ser aprovechada. No estamos para tirar a la basura una noche de pasión, la crisis afecta en muchos sentidos. Según dijo una vez Gabriel García Márquez, cada polvo que no se echa es un polvo perdido. Sin embargo, estaremos de acuerdo en que no es lo mismo un escarceo sexual y espontáneo que una cita planificada.
Digamos que el registro se modifica, no confundamos lo uno con lo otro. Cuando conoces a alguien una noche de fiesta, las implicaciones (a menos que uno de los dos se eche finalmente atrás) están más que claras. En una cita, la ambigüedad reina en el ambiente.
Y es que las cosas ya no son como antes. Las mujeres no tienen por qué proteger su virtud a toda costa y, en el caso de los hombres, no hay necesidad de buscar solo el revolcón fácil. Una cita sirve para comprobar si existe feeling entre los dos, si hay entendimiento y si te lo pasas bien con esa persona. Las intenciones que lleve cada uno de los componentes, no obstante, pueden ser distintas.
Si eliges tomper la barrera del sexo en la primera cita estarás adentrándote en terreno farragoso, puesto que todavía no se ha creado una confianza mutua ni un pacto entre los dos. ¿Sois exclusivos o no? ¿Estáis saliendo o solamente os acostáis? Ese tipo de cosas se acaban esclareciéndose más tarde, y el sexo puede complicarlas. Aunque, después de todo, tú (y el otro) eliges según lo que esperes de la relación.
Una primera cita puede acabar así, con sexo o sin él. Con ello no queremos decir que las citas que acaban en el catre sean relaciones destinadas a la debacle. Existen los flechazos o los deseos irrefrenables que se canalizan mediante el sexo pero que luego se solidifican en una relación estable.
Cada uno marca su ritmo, evidentemente, pero es posible que dilatar un tanto la consecución del deseo pueda resultar emocionante para ambos. El sexo puede complicar las relaciones, de eso no hay duda, pero aquellas personas que están destinadas a estar juntas saldrán adelante de una u otra manera. Donde existe el amor, aunque sea germinal, el sexo solo puede alimentarlo.
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