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miércoles, 26 de octubre de 2011
Historia de una Fotografía: ¿Hay limite entre la ética y la profesionalidad?
¿Recrearse en la muerte o mostrar de la manera más realista posible un conflicto o situación que haga que nos incomodemos desde los sofás de nuestra casa.? Seguro que hay opiniones para todo, y uno de los ejemplos más conocidos es el de Kevin Carter, que tiene en su haber una de las fotografías más celebres y tristes, que le hizo llegar a lo más alto de la fotografía, pero que en esa dualidad ética del trabajo de reportero, acabó con su vida.
Carter fotografió en 1993 un famélico niño sudanés acechado por un buitre. Por esta imagen ganó el premio Pullitzer, pero la sociedad se echó encima acusándole de no haber ayudado al niño y en su lugar haber tratado de conseguir la mejor foto, incluso esperando a que el buitre abriera las alas abandonando al niño a su suerte para conseguir una imagen mejor.
Y a pesar de que el pequeño no murió, esas críticas cayeron como una losa sobre el fotógrafo que acabó quitándose la vida un año después.
El siempre defendió que había hecho lo correcto, que su trabajo no era ayudar al pequeño, sino tratar de enseñar al mundo la hambruna que Sudán estaba sufriendo, y hacerlo lo mejor posible como fotógrafo. ¿Pero es posible, o profesionalmente se debe hacer, separar el fotógrafo de la persona en estas situaciones?
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