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sábado, 23 de enero de 2010

EXPLICACION DE "EX-GAY". LA FORMA TRADICIONAL

Otra forma de afrontar a los prejuicios "ex-gay" es haciendo uso de la forma tradicional, es decir: analizar sus "estudios" que han hecho, detallar las críticas hacia los mismos, luego refutarlos con las evidencias del mundo real y las declaraciones de las distintas organizaciones profesionistas en salud física y mental.

Esta forma es la más utilizada para confrontar a los "ex-gay" y es a su vez la más larga de todas, la que exige más información sobre los diversos avances en orientación sexual que se han dado en la ciencia, el conocimiento de los aspectos de los "ex-gay" y sus discursos y una gran paciencia porque cuando se emplea, los "ex-gay" suelen apelar a su fe religiosa para cerrarse y negarse a la evidencia una y otra y otra vez...

Es, en primer lugar, imprescindible conocer parte de la historia del movimiento "ex-gay", la cual no abordaré aquí por ser extensa pero para el que no la conozca debe conocerla para saber a quién se está enfrentando y como enfrentarlo. Para ello favor de dirigirse hacia el siguiente link, que contiene los aspectos más básicos de la historia de los "ex-gay". (Ir a la opción "literatura" y luego seleccionar "Breve historia de los movimientos Ex-Gays").

Después de conocer en breve su historia, les comentaré algunos aspectos básicos. El movimiento "ex-gay" tiene como objetivo redimir a los gays arrepentidos por su orientación sexual y estilo de vida mediante la supuesta conversión "de gay a hetero" mediante el uso de la fe religiosa y "terapia psicológica" (pero sobre todo hacen alusión a la fe religiosa; a veces se refieren a la misma como "el poder liberador de jesucristo", "el poder de la oración", "de la gracia de dios", etc).

Hagamos a un lado el aspecto de la fe religiosa y enfoquemonos en sus supuestos "aspectos psicológicos". Los dos grandes teóricos de los "ex-gay" son Joseph Nicolosi y Robert L. Spitzer, dos psiquiatras de la NARTH; el primero revive las antigüas teorías freudianas (falacia llamada "atesorando el muerto" con una combinación de la "ad antiquitatem", de la cual se hablará más tarde), ya en descontinuidad constante con el avance de la psicología, la ciencia y el psicoanálisis, y las trae hacia los tiempos actuales obviando todo avance que las asociaciones más prestigiosas en psicología y psiquiatría han hecho con respecto al tema.

Es decir: Nicolosi no toma en cuenta avance alguno que en la materia han dado APA y OMS, por ejemplo, por lo cual no pasa de ser un profesionista (si puede llamarsele así) de tendencias anacrónicas no actualizado. A menudo no suele ser citado con frecuencia por los "ex-gays" ya que estos buscan evidencias del "cambio" en vez de pura teoría.

Para eso suelen elegir como caballo de batalla al segundo, Robert L. Spitzer, por dos razones: la primera es que el señor Spitzer fue partidario en 1973 de eliminar del DSM la homosexualidad como trastorno mental, pero años más tarde por "razones desconocidas" decidió que estaba equivocado y que algunos "podían cambiar", o sea el hecho de que primero fuese partidario de despatologizar la homosexualidad y luego haya "rectificado" para volver a "repatoligizarla" hace de él un buen candidato para la derecha cristiana. En segundo lugar porque el, a diferencia de otros, ha hecho un "estudio" donde pone de manifiesto que algunos gays pueden, presumiblemente, "cambiar" su orientación sexual si así lo desean.

Aquí cito unos estractos de un análisis sobre el estudio de Spitzer que ha hecho una prestigiosa psicoanalista en temas de homosexualidad; es importane saber, repito, a que nos estamos enfrentando...

"El autor de la investigación, Robert L. Spitzer, escogió los siguientes criterios para definir el "éxito": llevar por lo menos cinco años de vida heterosexual, consistente en tener relaciones sexuales con una persona del otro sexo por lo menos varias veces al mes; que estas relaciones fueran satisfactorias y no estuvieran acompañadas de fantasías homosexuales, y que existiera desde por lo menos un año atrás una relación amorosa heterosexual. Muy atinadamente, Spitzer quiso tomar en cuenta no solo los actos, sino también los sentimientos, la satisfacción sexual, la fantasía y la convivencia real."

Para evitar un golpe por parte del argumento que dice "la homosexualidad no es una conducta", los grupos "ex-gay" se escudan en este estudio para decir que también el resto, a pesar de no ser una conducta, también "puede cambiar". Pero sigamos con el análisis de Marina Castañeda:

"Spitzer encontró a 200 personas que cumplían con estos requisitos después de haber estado en tratamiento años antes; entre ellas, 20 habían sido totalmente homosexuales (afectiva y sexualmente) y ahora estaban en relaciones heterosexuales satisfactorias. La mayoría reportaron haber sido antes "predominantemente" homosexuales, y ser ahora "predominantemente heterosexuales y estar satisfechos con el cambio; en el momento de la entrevista, una mayoría estaban casados. Spitzer concluyó que para algunos homosexuales es posible cambiar de orientación sexual, aunque en su muestra solo 11% de los hombres y 37% de las mujeres reportaron un cambio completo y pudieron eliminar totalmente sus deseos y fantasías homosexuales."

Ahí es donde precisamente están los sesgos del estudio; estos, con otros asuntos criticables sobre el mismo, son lo que hacen dudar tanto de la seriedad como de la veracidad del mismo. A continuación Castañeda señala estos sesgos y críticas al estudio:

"Los críticos del estudio han señalado algunas limitaciones. La investigación se basó enteramente en lo que reportaron los participantes, sin verificación externa. Todos ellos fueron voluntarios: no fueron escogidas al azar personas que hubieran pasado por una terapia de conversión. Las entrevistas se llevaron a cabo por teléfono y duraron solo 45 minutos. Además, los participantes tenían razones poderosas, sobre todo de orden religioso, para dar fe de su cambio: 93% dijeron que sus creencias religiosas eran "extremadamente" importantes; 79% dijeron que la homosexualidad estaba en conflicto con su religión, y 78% se habían expresado públicamente a favor de la terapia de conversión. O sea, gran mayoría de ellos tenían motivos muy fuertes para demostrar que la terapia de conversión había sido exitosa y que ya llevaban una vida heterosexual feliz. Las condiciones de la investigación no permitieron dilucidar hasta qué punto los participantes estaban diciendo la verdad, o mintiendo, exagerando o distorsionando su descripción de sí mismos".

Dicho sea de otro modo: dado que los resultados finales de la investigación se obtuvieron a partir de entrevistas telefónicas sin posterior verificación externa de los mismos, no se sabe hasta que punto los participantes estaban diciendo la verdad o mintiendo con respecto a que si estaban manteniendo en esos momentos una "relación heterosexual" y menos (mucho menos) varias relaciones sexuales con personas del sexo opuesto... no hubo verificación externa después de haber aportardo los datos, para comprobar que en efecto era cierta tanto la vida heterosexual en pareja como las múltiples relaciones heterosexuales. Como los sentimientos, la atracción y la excitación a pesar de ser reales son conceptos muy subjetivos como para ser medidos (salvo por TAC, pero solo las áreas activadas por la excitación y no mide la dirección de la orientación sexual), uno solo puede confiar en la palabra de quién los está experimentando; en el caso de los "ex-gay", cuando mucho uno solo puede presuponer que podrían haber "cambiado", pero nunca habrá la garantía total de que están diciendo la verdad dada la ausencia de la posibilidad, hasta ahora, de cuantificar sólidamente los sentimientos, deseos, atracciones y excitación, y la confianza disminuye sí están influenciados por condenas o presiones del tipo religioso (de ahí la importancia de los datos de la alta religiosidad de la gran mayoría de quiénes se someten a este tipo de "terapias" ¿si no estuvieran bajo presión religiosa su respuesta sería la misma?). Estos y otros aspectos que menciona Castañeda son los sesgos que el estudio Spitzer presenta, los cuales le restan confiabilidad al mismo.

Podrán decir los defensores de las terapias "ex-gay" que mi argumento también podría aplicarse contra mí mismo, porque también solo pueden confiar en mi palabra de que realmente soy gay dada la ausencia de cuantificar la orientación sexual ¿como saber si no les estoy mintiendo con respecto a mi sexualidad? Simple contestación: ¿quién diablos se declararía gay "por puro gusto" sabiendo que algunas sociedades son rematadamente homofóbicas? Si alguién se declara gay no es evidentemente por "puro gusto" a sabiendas de lo que le podría esperar en la sociedad conservadora; así que si alguién se declara gay, !pueden apostar que está diciendo la verdad!.

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